El otro fin de semana, fuí a esquiar con mi padre a Font-Romeu, en Francia.
Y ustedes me preguntaréis, ¿qué tiene de impresionante un telesilla?
Pues mientras me subíamos a la montaña con mi padre decidimos subir en ESE telesilla.
Cómo había poca gente, nos toco solos. Y cuando estábamos en medio del trayecto al embrujado telesilla le dio por abrirse, así por las buenas, y me fue de poco que de caer, suerte que mi padre me aguanto y volvió a cerrarlo. "Buf" pensé todavía sobresaltada. Y lo curioso era que el único telesilla que SE ABRÍA SOLO.
Riendo, comentamos que podría ser un espíritu que se hacía el gracioso.
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